Gaby me contagió sus ganas de cambiar de look, asi que ayer fuimos juntas a la peluquería en busca de nuestras nuevas "yo". La experiencia no fue la misma para las dos... Nuestras personalidades (casi opuestas) se ponen de manifiesto en situaciones extremas como esta.
Primero le tocó el turno a ella. Decidida como es, pidió lo que quería y valientemente observó como la peluquera movía las tijeras de manera inquietante. Sólo le pidió que no la dejara pelada, la peluquera sonrió y siguió cortando. Le quedó lindísimo.
Yo ya me estaba arrepintiendo de haber ido cuando me tocó a mi. Le mostré la foto del corte seleccionado a la peluquera y me preguntó "¿Estás segura?" pregunta que provocó mi pánico instantaneamente. Tenía ganas de decirle "Claro que no estoy segura!! No ves por dónde tengo el pelo ahora??" Pero sólo dije "¿Por qué? ¿Me va a quedar mal?"
Entonces la chica se dio cuenta de su error y trató de arreglarlo... too late, yo me quería ir! Pero, como ya estaba ahí y no daba levantarme y decirle "tenés razón mejor me quedo así, chau" dije que adelante pero que me lo deje 3 dedos más largo que la chica de la foto.
Entre risas nerviosas y conteniendo las lágrimas vi como caian los largos mechones al suelo. No podía decidirme sobre el flequillo, así que la dejé decidir a ella, total mi vida ya estaba arruinada... ya no podía salir a la calle sin burka.
Gaby se fue contenta a su casa, yo me fui arrepentida a la mía. Como buena cangrejita que soy los cambios no me hacen gracia.
Por suerte Ale me esperaba con un montón de piropos y mimos... sabe que los necesito. Cuando me fuí a dormir ya no tenía ganas de llorar y hoy me gusta un poco más.
